Recuerdo
el perfil del camino
y un abrazo
ciego con la vía láctea.
Me alejo y más cerca estoy.
Acá
en el certero acento de las estatuas
el viento en la frente
desgrana pasado.
Dedos y ritual
alzan ébanos de piedra
que un sol de arena no besa.
Afuera nadie. Adentro nada.
Así nuestros poemas
mueren como los rieles
por esa manía de asfaltarlo todo.