Me deslizo en aceite y sal. Me deslizo como si me viera en un espejo, y detrás de este
hubiera otro, y luego otro, y después yo. Como si no pudiera parar de mirar pequeñas
porciones de mí y quisiera huir.
Me deslizo río abajo quiero encontrarme con el mar. Quiero verlos besándose.
Quiero tragar un poco de su ternura.
Me deslizo río abajo, me hundo río abajo.
Aparece un espejo encima mío, no me hundo, me hunden. Aparece, no puedo respirar.
Puedo verme chocar una y un par más contra el espejo.
Aparece otro espejo, esta vez abajo mío.
Brotan dos más a mis lados. Estoy atrapada en un río de espejos, en un cubo de río.
Miles de peces me encierran, o tal vez solo uno. Los espejos me aprietan, cada vez tengo
menos espacio.
Estoy muerta, o por ahí soy un pez. Ya no me veo pero siento el vértigo de caer al fondo.
Mis oídos explotan. Veo, veo, veo.
El mar se besa con el río.