Pablo Demian López

Costumbrismo

ella tenía esa costumbre
la rara costumbre de acalorarse
y al acalorarse buscaba algo:
un cuaderno, un papel, un folleto
con el cuál darse aire, agitándolo
con movimientos alternativamente rápidos
y lento
no sé si se acaloraba para
llamar la atención
pero siempre que se ponía a ventilarse así
se volvía irresistible

Una de chotos

Vos decís: quisiera un libro aventurero, de piratas y Caribes pero sin Bolívar, uno de combois e indios pero sin reservas, de ferrocarriles, de detectives y policías cancheros, o corruptos, de científicos locos y virus asesinos, de zombies, de porros, de elfos, de choros… vos pedís, y la maquinaria arranca retrospectivamente, desde la librería mandan por un tubo un cartoncito que dice “una de porros, chorros y putos, elfos y moros, chotos y culos”, y el proyectil atraviesa el Osea, No, hasta la Cuadrada Península Reguladora de las Letras, allí le llega a un capataz que va a los sótanos, donde tienen a escritores encadenados fumando, algunos tabaco, otros porros, a otros les dan anfetas, a otros los emborrachan y les dan merca, y entra el capataz con un casco vikingo, un hacha y un látigo, y entra a fajar de lo lindo, “Bastardos!, Capullos!, Ineztos!, Zopencos!, Mariquitas!, Inadaztáos!, Escribíz! y con buena ortografía y gramática, reglamentaciones, ¿habéis oío? escribiz una de putos, chotos, moros, culos, elfos, churros, porros y chotis!” Y venga que va, arranca la producción, en las mazmorras empezamos a escribir como sarracenos, como filibusteros, pasa el Capa y Taz!, latigazo, y el latiguillo fácil “Zopenco!” o el otro “Inezto!”, y así son nuestros días, arrancando temprano en los calabozos, a las once un paseo por el patio, un tentempié, unas lembas o un pan de dios, algo con grasa pa aguantar, un carajillo inmundo que preparan con café quemado y coñac barato, y vuelta a la máquina, a teclear, para tipo tres, vos sabés que se come tan tarde allá en la Península, la puta madre, patria: garbanzos, tocino, tortilla, cordero, cosas de esas, hasta por ahí mariscos, comemos bien te digo, pero no podés elegir, lo hace todo la empresa, una de esas que reparten morfi en las escuelas, como Sercosa “comida asquerosa”, pero tienen la división para editoriales, mucho más mejor comida esa, les mandan el morfi a las mazmorras de los castillos de los editores donde estamos nosotros de a cientos, en asientos, ciento por ciento hispano, americanos casi todos, pero ortopedizados, y sale de puta madre todo, al final, pero no te voy a resumir tanto, tenés que saberlo todo.

Ponéle que terminé la novela que pidió el Capa, Taz: una de chotis, culos, porros y churros, moros y orcos, y me toca ir al corrector, y ese tiene más tecnología, un asiento eléctrico con garrote vil, lee y cuando no le gusta, trac, tira de la palanca de cambios, te descarga un voltaje grosso, y te marca el párrafo en rojo, “desgraciáo, mira quéres bestia, inézto, no me utilices tus vocablos indígenas, tus ideas magiformes de latino iridio, tus pesquisas formales de esclarecido libertado, tu San Martín no existe, siempre fue un agente británico, ¿te enteras? pues entérate, sometío, que eres un sometío y siempre lo serás, indoamericano infrahumano”.

No te preocupes, al chamuyo peninsular ya estamos acostumbradísimos, lo que duele es la descarga de voltios, y por ahí cuando se enoja de veras que te apreta la nuca con el garrote un poco, por ahí si se enoja de más te parte, el cogote, pero les da pérdida, entonces lo controlan para que no pase tanto.

Así corren los días en las mazmorras de los castillos de las editoriales, hasta que pumba, listo el pollo, el librillo pasó de mano en mano, se corrigió mil veces, tiene latigazos, latiguillos, voltios y garrotillos, todo muy bien ocultado, sale en papel divino, el arte de tapa lo hacen en el campo de concentración de los artistas, pero esa es otra historia que debe ser contada en otra ocasión, y el broli, así como lo tenés, de elfos y orcos, chotas y chorros, de orcos y moros, trolos y lobos, te llega por otro tubo, más groso, rectangular tamaño libro, a la la librería, dos segundos después que lo pediste, tendría que explicarte cómo funciona el tiempo retroactivo para que lo entiendas:  cuando vos pedís, los editores lo encargan al pasado en una máquina del tiempo, cosa de que en dos minutos a vos te llega el producto de capaz dos años, tres, cuatro, diez, veinte, depende, y le ponen nombres de autores, nombres bárbaros que suenan re bien, nombres bien de escritor, y ponen a un actor – que pobres, los actores, si te contara en qué condiciones trabajan ellos también, qué culpa tendrán – la cuestión es que ese actor queda ahí, clavado a ese laburo único, ser ese escritor, poner la cara, le hacen un feijbuco y un tuitero para que diga boludeces, que tampoco las dice el actor, las escribe el grupo de guionistas encargados de darle letra al actor que hace de escritor ¿entendés como viene la mano?, él sale en la tele, firma libros en ferias y cuenta su vida y sus proyectos, y hasta tiene asignada una casa bien de escritor, lo sacan de gira, le arman conferencias, y el actor, como es el único papel que va a tener en su vida lo maneja bien, pero depende de que los libros que hacen con su nombre sigan vendiendo, depende toda la vida ya de eso, y su familia también, engañada con que escribe, el tipo es como un agente de la Cia, tiene que hacer vida de escritor, le dice a la jermu que escribe, pero los textos se los mandan desde el castillo peninsular, donde estamos todos nosotros, tecleando como gronchos que somos, por un plato de marisco o de migas, de conejo, de fabada, se come bien, eso hay que decirlo, y te elegís de qué hacerte adicto también.

Yo por ejemplo, dejé justo de fumar, y terrible, de la locura de dejar me cambió el estilo, me sacaron de un escritor y me pusieron en otro, no me encuentran lugar y me quisieron deportar, yo quiero hacer deporte también, para sanar tantos años de malvida, así que me deporté y acá estoy, portándome, haciendo deporte y contándote todo, cosa que sepas como venía la mano con el tema de los libros, hasta hace no tanto, porque ahora ya no es tan así, después te explico.

Pablo Demian López

Nacido en Sao Paulo, Brasil, en 1978 y emigrado a España en 1988, reside desde 1998 en Rosario, donde se recibió de Arquitecto y trabaja actualmente como docente universitario.