Sergio Saragusti

El ausente

Una cuadricula de cuerpos en el suelo. Cada uno, con una espada tendida a su lado, que ahora es mía.
Temblando por la fatiga estoy sentado, elevado sobre algo, mirando los últimos humos y los últimos gritos. Yo fui la Justicia.
Lo entiendo. El rojo y el oro se amparan a la larga. Intiman en una relación incestuosa de padre con hijo e hijo con padre. Yo soy el celestino. Pero no soy un hombre cruel, mi mirada se posa a cada rato en esa mujer que llora. Soy pertinaz, eso sí. Esto es sólo cuestión de ganar y no perder. Pertinaz y asertivo: sólo conozco tres movimientos, pero los conozco bien. Ya son acto reflejo a mi edad. Aprendí que no tengo que pensar, sólo actuar. No hay momento más pleno de vida que cuando esta está cerca de su fosa.
Desde aquí arriba todo parece pequeño. Los hogares, las personas, los esfuerzos en común, las cosas útiles de todos los días y para siempre son más chicas que mi efímera hoz que hoy nos regala toda esta nada. Me pregunto cómo será él, el del frente. Lo veo muerto. Lo veo en su baño rojo, recostado con su mueca en la cara. ¿Seré yo él alguna vez?
Algunos jolgorios comienzo a oír y las penas a desoír. Siento un viento que va descorriendo los hechos. Miro al horizonte y veo lo que somos: mis símbolos, que ahora están en lo alto.
¿Si él fuera yo? Estaría festejando. Con putas, esclavas y libaciones. Pero yo no. Estoy cansado de vencer. Lo ridículo de un hombre en lo alto que se mira para adentro.
Del oro al barro. Sólo ese escorpión no sabe de destrucciones. No sabe de mí, de mi soledad, del desierto que provoco, que es menor en este lugar que arribé que lo que es en mí mismo.
Sé que los míos me ven aquí sentado y dudan. Sé que no tengo que pensar y tampoco volver a recordar que esas banderas no eran mías.

Ella

La wowa profunda, la wowaba para adentro.
Autodetenidamente moviéndose.
Integrando a ella misma en ella.
Vergonzando los deswamientos naturales del normo.
Siempre el cuerpo cálido.
Ni beso de príncipe azul, ni violata de príncipe negro despiertan.
Soportando al respirar.
Guapa, era, por indescifrable. Por loca. Por…
Alguien la amaba.
¡Waablá! Le decía, ¡Waabláme algo!
Pero ella miraba en luces colgando con ojos.
Abría la deswowante, de repente, grande, con dientes.
Y se quedaba así. Y rápido la cerraba,
Para que el waaire endulzado con waalabras se quedara en ella.

El Telemarketer

Hola Maquiavelo, soy un telemárketer. ¿Cómo estás? Yo bien, hoy hice un gran trabajo en ventas. Puedo decir 63 palabras por minuto. Ya llegaré a ser como mi supervisor. Mi supervisor te quiere. El supervisor de mi supervisor también. Tengo que vender y vendemos algo muy importante. Seguro que lo necesitas. Me gusta pensar que vendo lo mejor de lo mejor. Por eso te llamo un domingo a la tarde. Porque sé que me necesitas. Yo te voy a cambiar la vida. No me cortes, ¿o acaso no entendés? Te lo explico de nuevo. Si me creés y utilizás esto que tengo para darte, presenciarás algo conmovedor, inigualable. No te fíes de los demás. Tienen el diablo adentro, son mezquinos. El producto que tienes actualmente no es de fiar, este es confiable y garantizado. ¿Por quién? Por mí. Que también te quiero, y sabés que soy bueno. Pero no hago benevolencia. La promo dura sólo 24 hs. Ojo, no es que no quiera que pienses nuestra oferta por más tiempo y te tengas que decidir tan pronto sin saber o entender lo que te ofrezco, sucede que sé que no te vas a arrepentir. Porque no tendrás otra vara con la que medir a la competencia. Porque sólo vas a llegar alto conmigo. ¿Que qué es lo que estoy vendiendo? ¿No lo sabés todavía? No estoy jugando, no estoy autorizado a decir la palabra…, pero te merecés el esfuerzo y Gran Supervisor que ahora nos está escuchando me entenderá. Te lo voy a decir despacito y pausado, como un susurro: L I B E R A C I Ó N. JAJAJA ¿No te interesa? JAJAJA Te digo otra: A L B E D R I O. ¿Otra? ¿No? Así que te quedás con lo que tenés. Se declara no innovar JAJAJA. Te quedás con lo que vende mi competencia… Preferís la muerte. Entonces dejáme también vendértela a mejor precio. Mejor precio asegurado, ¿te sirve? Bien, es tuyo.

 

Te agradezco esta oportunidad. Que disfrutes del servicio.

 

Bautista

Atención al cliente

Sergio Saragusti

Nació en S. Fdo. Del Valle de Catamarca, vivió en Córdoba y vive en Rosario. 
Está formado en Cs. Económicas y deformado por la música, el teatro, la literatura y sus hijos.