El viento
atraviesa el resquicio del ventanal empañado
y me nombra.
Reconozco -con su voz-
algo habita adentro.
La lluvia,
simula caer a mi lado
La tierra,
se abre,
cruje -como madera que se
quiebra-
La estría inicial se prolonga
vertiginosa y atolondrada
Su llanura envejece
y me sostiene por el resto.