Coca Sarlo
OSTINATO
Capturada por la trama,
entre el tiempo y la barra espaciadora,
la silencista persigue
invisibilidades y corrompe
meticulosamente
elaboradas ficciones.
Busca un poema oculto dentro
de la maraña de palabras en pugna
del decir inconcluso.
Hasta empalagarse
repite un nombre
propio, una y otra vez.
La desconcierta la incesante policromía,
lo azaroso del deseo.
Víctima de los caprichos de la memoria,
se va abismando entre oscilaciones
sonoras y sentimentales:
Coltrane y los falsos infinitos.
Buenos Aires insaciable.
4′33”.
La dramaturgia de los celos retroactivos le impide
conciliar el sueño y las contradicciones,
y pasa las horas obsesionada
tratando de dilucidar
lo que se oculta
tras los etcéteras.
UN DEGÜELLO DE LUNAS PINTADAS SOBRE EL MAR
Me gusta la playa en invierno,
las cicatrices del viento sobre la arena desnuda,
la piedras tatuadas,
la memoria de las cosas quietas, el paisaje
abandonado a su música nocturna.
Esa oscuridad rugiente, devoradora
de lo visible, contiene
todos los misterios
que me desvelan:
el silencio que antecede al grito,
lo que sucede al fin,
la supervivencia de lo imposible,
lo que el poema no dice,
porque no quiere
o no sabe
o no puede.
TEMPO RUBATO
Si pudiera
escapar del suplicio
de la melancolía sonora,
escuchar esa canción hasta el final.
Si pudiera
evitar el consumo
problemático de recuerdos,
desencallar
apartar
la atención,
traumatismo temporal,
un antes y muchos después,
el corazón errante
horadado
por la insistente distancia.
Si pudiera
trascender la precariedad
de nuestro pedestre y limitado
amor humano,
soportar la sobrevida
del deseo
su empeño,
su demanda.
Si pudiera
rechazar el torpe consuelo
del resentimiento.
Borrar la mancha
que dejó aquella copa de vino
destrozada
sobre el mantel bordado de la abuela,
la noche en que la rama
fue vencida
por el peso
de sus frutos.
Malbec cosecha
tardía como toda ruptura.
Si pudiera
aceptar lo irremediable
anidar a la intemperie
con la dócil ignorancia de los pájaros.
Saber que la raíz encuentra su tope,
el horizonte C,
la aridez,
el fin de los nutrientes.
Aprender que un árbol
muerto en pie
se tumba
rama
a
rama.
Coca Sarlo
Escritora, muy geminiana.
Diletante en todo. Lectora y conversadora más que nada. Ha participado de numerosos talleres de filosofía, pintura y poesía y formado parte de las antologías del taller Patas de cabra y Grito Sagrado de CR ediciones.
