La piedra del rayo
Hace meses que está mal dormida. No sabe muy bien cuándo comenzó, en realidad sí pero no lo quiere aceptar aún. Despierta a diferentes horas en medio de la madrugada temblando. Cuando le preguntan sus familiares y amigos cómo está, responde: asustada.
De terapia en terapia, sin éxito, ahora hace yoga para poder dormir. Psicoanálisis, Gestalt, ansiolíticos, registros akashicos, biocodificación y algunas tiradas de Tarot no consiguen devolverle el sueño ni sacarle el miedo.
En el aeropuerto se alista en la cola de vuelos nacionales con documento en mano y con la mente ocupada de trivialidades al mejor estilo de si tiene chicles para la altura y suficiente batería el celular. Sus amigas contentas, la hacen feliz. Rumbo a Jujuy emprende vuelo su avión de bajo costo. No le asusta volar.
Como todas las noches, pero esta vez en Jujuy se despierta muerta del miedo a no sabe qué hora, respira suavemente y sabe que la acompañan sus amigas que descansan soñando nuevos caminos. Se desata una tormenta con mil rayos que revientan la tierra pintarrajeada de Jujuy.
En el desayuno deciden, a pesar de los barros en el camino, ir hacia el Parque Nacional de los Cardones. Se detienen ante el saludo de una señora con ojos muy negros, piel curtida y maquillaje celeste. Les ofrece diferentes yuyitos para el mal de altura y demás. Menciona el mal del susto. De repente Ana recupera la atención. La señora dice con una majestuosidad solo posible en las mujeres criadas en la altura, que la piedra nunca fracasa porque desciende del mismo cielo en el momento en el que rayo estalla y cae sobre algún punto de la tierra creando la combinación perfecta de minerales para la cura del susto y los recuerdos pesados, esos que no te dejan seguir dice. No sabe dónde la pueden conseguir, dice la señora que amablemente se despide.
Antonio Benavidez vive en un paraje de alta montaña que se llama Santa Ana y baja todos los días a la Quebrada en busca de turistas, como ellas, para llevarlas a visitar lugares increíbles de camino difícil como el Hornocal. En el vientre de la montaña, subiendo, se topan con un malestar tremendo: el de las alturas, son 4000 mts y queda más. Se encuentra familiarizada con esa sensación petrificada de náuseas y dolor, es muy similar al insomnio de susto que ronda sus noches. Decidida le pregunta a Antonio si sabe dónde puede conseguir la famosa piedra del rayo, a lo cual él le responde con una sonrisa, que si bien es muy difícil puede conseguirla en lo alto de la tierra pero por lo menos por el precio de 4 vacas. Ana, entre atónita y feliz solo abraza una pregunta cuánto sale una vaca en Argentina.
Después
Es en la foto
de la mesa de luz
donde están las decepciones que me diste.
Es en la calle caminando
donde veo pasear las culpas de los dos
yendo a buscar los hijos que nunca nacieron.
Allí justo en tu sillón es
donde mi cuerpo queda
esperando mis ganas de no verte.
Es a la vuelta donde
somos vos y yo
pero después.
Thelma&Louise
Vamos a pintarnos las uñas de verde como acto de protesta. Bueno dale le digo y fui a Todo Moda a comprar los esmaltes con brillitos que casualmente su marca era Thelma&Louise, la película que nos puso mi mamá en nuestra primera dormida juntas cuando terminó aquel cuatrimestre. El verde es un color feo, mejor rojo le digo. No, insistís en el verde como si supieras. No podemos usar pollera, uñas pintadas o pelo suelto. De ahí el desafío. Al menos una trencita les hago, dice mi vieja desde la cocina. No mamá, hoy vamos con el pelo suelto. Creo que fue al tercer escalón que al chiflido del preceptor nos hicimos el rodetito. Prendiste un fósforo en el salón y te acusaron de intento de incendio al colegio, no entendieron que estabas haciendo un ritual para que no haya dibujo técnico y podamos jugar. 15 amonestaciones, con 16 es un lio porque tienen que venir los padres a decir que somos buenas y podemos estar en el colegio pero nos castigan y no podemos ver pelis en las dormidas. A esa altura ya llevábamos el ritmo de una dormida por semana y Thelma&Louise vista como diez veces. Yo les digo que el colegio es todo de mármol y no se incendia. Me dicen que con fuego no se juega.
Julia Pasquale
Hija del carnaval nació en Rosario en primavera de 1986 y debe su nombre a la canción Palabras para Julia. Médica ginecóloga y obstetra. Fotógrafa. Feminista. Viajera incansable.
