Nani García

Babushkas

Las hembras que resisten
los legados
se duplican en matrices
que sostienen
en los ojos el brillo
de una secuencia atávica
Florecidas
de la talla del único fragmento
esculpen en sus manos
las marcas inmutables
del linaje.
Declaman salmos
que desbordan
el acervo y a gritos braman
la negrura incandescente
de los cultos corrompidos.
Batallan por la paz
de sus cuarteles
bailando conjuros seculares.
A la luz de la vida
dejan paso
a la prole que arremete
con la fuerza crucial
de la manada.
Se repliegan con la piel
marchita

al desove final en aguas tibias
y se mueren
con la conciencia feroz
de la tribu que se extiende
en la heredad de amaneceres
eternamente
inéditos.

Simiente

Resistí al legado con la ofuscación
de la soberbia
y el espejismo de pertenecer
a un destino encomiable,
me alojaron forasteros y simuladores.
Batallé cada rasgo
con la desconcertante terquedad
de un potrillo no vidente.
Me lavé los gestos y el tono,
hasta la forma de dormir me arrebaté,
para ser sin ellos.
En cueros y al borde de la vida
quise admirarme en aguas nuevas,
no había reflejos, ni contornos,
ni protuberancias, ni valles, ni desvíos,
una llanura lánguida
pidiendo a gritos los vicios,
los modos, el dialecto.

Nani García

Nació en Chañar Ladeado cuando finalizaba la primavera de 1964. Adora la Navidad, la mesa larga y el vino con amigos. Escribe para decir y, en los talleres de Patas descubrió que cada poema es una declaración posible. Quiere trascender en una antología que sus nietos lean de tanto en tanto.